La vega de Molina de Segura como patrimonio eco-cultural
El carácter semiárido del sureste peninsular ha determinado que a lo largo de los tiempos las distintas civilizaciones que han habitado las tierras de la Región de Murcia, se asentaran en lugares próximos a cursos o fuentes de agua. La utilización de esta agua ha generado el desarrollo de una agricultura adaptada a estas condiciones extremas como es la huerta tradicional.
La Vega de Molina de Segura, con su sistema de acequias tradicional posee un importante valor patrimonial, ya que todo lo relacionado con su cultivo y transformación, define, en gran medida, la historia de Molina.
Este cultivo constituyó, desde la época medieval un elemento moldeador tanto del paisaje agrícola como urbano, siendo un rasgo determinante de la evolución histórica de Molina de Segura, así como un elemento clave en el desarrollo del Patrimonio arquitectónico-industrial y cultural de la Vega Media.
La huerta tradicional de Molina de Segura se distribuye por la orilla izquierda del río Segura, ocupando una franja que va desde la pedanía El Llano al noroeste, hasta la pedanía de La Ribera, al suroeste, pasando por la huerta de Arriba, la huerta de Abajo, la huerta de Molina y la huerta de la Torrealta. La distribución de las aguas se realiza mediante la retención y distribución del agua por las dos acequias que existen en Molina, la mayor y la subirana.
Durante el siglo XVIII, la agricultura de regadío estaba dominada por el cultivo de cereales, moreras, olivar, frutales, limoneros y vid. El cultivo de legumbres y hortalizas tuvo que ser importante ya que era la base alimentaria de la época. Mientras los productos de la morera y los frutales estaban dirigidos a su comercialización, el resto se destinaba a autoconsumo.
En la actualidad la huerta de Molina de Segura ocupa una superficie de 16 Km2. La zona NO está ocupada por plantaciones de árboles frutales principalmente, que se destinaban a la exportación, mientras que la zona SE es aprovechada para el cultivo de hortalizas y tubérculos, destinado en su mayoría al autoconsumo.
El resultado de siglos de prácticas agrícolas dibuja el paisaje de la huerta tradicional como un mosaico de cultivos muy diversos, especialmente de frutales: albaricoquero, melocotón, ciruela, naranjo, mandarinos o limón. Junto a pequeñas parcelas de hortalizas y verduras de temporada: patata, tomate, pimiento, calabacín, etc.
Aunque desde antes de los romanos ya era una tierra fértil y se cultivaban en ella diversos frutales, fue la cultura árabe la que más impulso y mayor esplendor le dio a estas tierras gracias a la innovaciones tecnológicas que aportaron, entre ellas el uso de las norias para el riego. Otro ingenio árabe que transformó el regadío y posibilitó tener una frondosea huerta son las acequias, que transportaban el agua que las norias elevaban hasta distantes puntos de la Vega, transformando el paisaje agreste y desordenado en una joya paisajística.
Su sistema de azudes, acequias, azarbes, norias y aceñas ha perdurado durante siglos, manteniéndose muchos de sus elementos en perfecto estado de conservación, aunque algunos de ellos después de haber sido restaurados.
Valores de la huerta tradicional
Los valores ecológicos asignados a la huerta tradicional: Los cultivos proporcionan un biotopo húmedo que sustituye al cañaveral de los humedales, ofreciendo áreas óptimas para la reproducción, alimentación y refugio de una comunidad faunística altamente diversificada (anfibios, reptiles, diversos grupos de aves, mustélidos, micromamíferos, etc.). La vega crea un microclima húmedo relacionado, tanto con el espesor de la vegetación que cubre la superficie de la tierra, como por los sistemas de riego asociados al cultivo. Se trata de un paisaje de calidad, por la presencia continua de vegetación y de agua.
En cuanto a los valores culturales relacionados con la huerta, cabe citar el valor historico del cultivo de frutales, la existencia de un patrimonio industrial asociado a la transformación de la fruta con la creación de conserveras, y lo que queda de ellas: chimeneas e ingenios que salpican toda la periferia del área del cultivo. El patrimonio etnográfico, referido a enseres, aperos, oficios, técnicas de cultivo, cosecha y transformación. En relación al cultivo de frutales se pueden citar diferentes tipos de arados, herramientas para cortar (machete, hoz), preparar el terreno (vinadora, grada, azada, amocafre) y todo tipo de enseres, etc.
A pesar de que la Vega de Molina de Segura va siendo paulatinamente abandonada y sufre una transformación profunda de sus usos y su paisaje, aún es posible la conservación y difusión de los valores de este espacio único. Un primer paso sería el reconocimiento, por parte del Ayuntamiento y la Administración Autonómica, tanto cultural como ambiental, del rico patrimonio eco-cultural asociado a este paisaje y al patrimonio industrial. En segundo término es preciso comenzar a difundir los valores naturales, culturales, etnográficos y lingüísticos, con programas específicos.
La huerta y su biodiversidad
La agricultura es una actividad íntimamente relacionada con la conservación de la biodiversidad, por lo que la implicación de los agricultores en la recuperación y el mantenimiento de la biodiversidad requiere de la formación de determinados campos, como recuperación de variedades tradicionales, técnicas de agricultura limpia y/o ecológica, empleo de fauna auxiliar o restauración ambiental de explotaciones.
Vegetación
Asociados a los cultivos y a la actividad humana aparecen especies de arbolado y arbustos autóctonos, propios de ambientes naturales más húmedos y tradicionalmente plantados por su carácter ornamental y/o producción de alimentos o productos complementarios y que aportan un elemento paisajístico singular como el olmo (Ulmus minor), palmera datilera (Phoenix dactylifera), morera (Morus alba), jinjolero (Ziziphus jujuba), higuera (Picus carica).
Fauna
Muchos son los animales que se han habituado a vivir con el ser humano. Aves, insectos, anfibios, reptiles y mamíferos tienen representantes en la huerta. Destacan las aves como el grupo faunístico vertebrado más notable: mirlo o torda, lavandera blanca (Motacilla alba), verderón, verdecillo, gorrión común, ruiseñor bastardo, curruca cabecinegra, tarabilla común, jilguero.La red de acequias, brazales y regadera constituye un hábitat ideal para los anfibios, tales como la rana verde común o el sapo común. En suelos algo húmedos se localiza la culebrilla ciega, otros reptiles comunes son la culebra de agua y la salamanquesa. Entre los mamíferos más característicos de las zonas de huerta están el murciélago.